La Reja del Diablo
Este año
conmemoramos en esta ciudad el cuarto centenario de nuestro paisano, el genial
pintor barroco Esteban Murillo. Pero hoy no nos vamos a dedicar a
hablar de él, tan solo nos acercaremos por el actual barrio de Santa
Cruz, a la plaza en la que la tradición ha situado siempre la última morada
del pintor. Allí buscaremos una peculiar ventana de una de las casas del
laberinto de este turístico barrio de la capital, se trata de la Reja
del Diablo en la Plaza Alfaro.
La Plaza Alfaro
en una postal del Barrio de Santa Cruz, L. Roisin en
la primera mitad del s.XX.
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Vemos en esta postal la encalada plaza y justo en
el centro, bajo el gran ventanal con reja de forja, una ventana rectangular.
Esa ventana es la que va a acaparar nuestra atención en nuestra visita a este
sevillano rincón.
Este sitio ya aparece a finales del s.XVI denominado como Plazuela del Obispo Esquilache, ya que allí había vivido el canónigo de Sevilla y prelado titular de Esquilache, Alonso Fajardo, que fue fundador en 1586 del desparecido Convento de Sta. Justa y Sta. Rufina, vulgo de las Vírgenes. Así figuró en el nomenclátor hispalense hasta finales del s.XVIII, fecha en la que cambia al nombre actual, el cual está dedicado al licenciado Francisco de Alfaro, jurista nacido en la casa familiar de esta plaza en 1551. Nuestro paisano destacó principalmente por ser jurista de Indias y publicar las Ordenanzas de Alfaro con las que notificó los abusos sufridos por los indios de la época.
Como vemos en este dibujo de R. Ford fechado en 1831, aparece dicha
plaza cuando la cruz de mármol permanecía en pie, aunque se derribaría en 1840,
y el rectángulo que forma este espacio estaba aún cerrado por la muralla en uno
de sus lados, ya que aún no existían los actuales Jardines de Murillo sino
la Huerta del Retiro y la Huerta de la Alcoba, situadas entre
los Reales Alcázares y el arroyo Tagarete.
En la casa de la frontal vemos un pequeño pórtico adosado a la torre de la
muralla que se abre hacia el callejón del Agua, y que el británico tituló
erróneamente "Casa de Murillo", ya que es común ubicarla allí o
frente al cercano Convento de las Teresas, pero en la
que realmente vivió nuestro famoso pintor sus últimos años fue en una casa de
la contigua Plaza de Santa Cruz.
Dicha casa no era otra que la Casa de
Alfaro y que, habitada también por el Deán López Cepero en
el s.XIX, terminó siendo derribada en la década de los 70 para levantar el
edificio de apartamentos que vemos en la foto superior, intentando respetar la
sintonía con el lugar en la medida de lo posible.
Como decíamos al principio, nos vamos a fijar en
una ventana de las muchas que posee la vivienda del nº1 de esta plaza y que
hace esquina con la antigua c/Barrabás, hoy en día c/Lope de Rueda,
una casa solariega de la época dorada sevillana. Si comparamos la postal del
inicio, el dibujo de Richard Ford y la imagen de arriba,
observamos que hay un cambio significativo. En el dibujo del hispanista inglés
figura una puerta bajo un balcón, mientras que en las otras figuran dos
ventanas de menor tamaño y rejas diferentes, una originalidad de cada una de
sus ventanas.
La ventana de abajo es la que protege esta obra
de forja conocida por la Reja del Diablo y que vemos en la
foto superior, así como un detalle de la misma en la inferior para apreciar los
nudos de hierro que unen sus barrotes.
Según relataba el maestro Ocampo en la página de Sevillanadas, se trata de una reja que posiblemente fuera forjada en Úbeda o Jaén y posteriormente reutilizada en esta casa, al igual que otro cancel y un pórtico de entrada en la fachada lateral. Su peculiar nombre se debe a la dificultad para realizarla, puesto que es una reja machihembrada en la cual cada barrote ensarta unos y es ensartada a su vez por otros, de ahí que existan pocos ejemplos como ésta repartidos por el mundo.
No sabemos por tanto la fecha exacta en la que esta reja llegó a Sevilla, posiblemente después de la reforma que el barrio de Santa Cruz sufrió entre 1911 y 1915 y que trajo las diferentes aperturas en trozos de la muralla. Lo que sí sabemos es que toda persona que observa esta forja lo tiene por una labor imposible de realizar, por lo que su halo de misterio le ha servido para que perdure bajo ese infernal nombre.
Admirando la foto de arriba, vemos que sin duda es uno de los rincones más entrañables y a la vez más turísticos que tenemos en esta urbe, e incluso observamos la reformada fuente que lamentablemente está en desuso, y además para finalizar queremos recordar la ópera de Rossini titulada "El barbero de Sevilla", dado que en este lugar tenía su residencia la muchacha protagonista de la obra, Rosina, a la que Fígaro ayuda en su amor con el Conde de Almaviva. Nos despedimos ya de esta pequeña visita a la Plaza Alfaro y esperamos que hayan disfrutado de una vez más de esta Sevilla Legendaria.
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