“Hay vida fuera de…”

Publicado el 22 feb. 2016  -  El portavoz del PP, Pablo Casado, ha indicado a la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá que reflexione si ella "aporta algo" al partido al que pertenece porque "hay vida fuera de la política" en caso de que la respuesta sea no y ha añadido "que cada uno haga un ejercicio de reflexión".

En algunas ocasiones de nuestro existir comprobamos, en ciertas de ellas con sorpresa y tristeza, que hemos empleado un tiempo de nuestras vidas, tiempo precioso por otro lado, dando cabezazos, empeñados en alguna causa superior que en otro momento nos propusimos ¿arreglar, innovar, solucionar, refinar…?

Pasado el tiempo, y movidos por, quién sabe qué regla de tres, nos paramos a analizar la productividad conseguida, porque hasta “nos huele mal”, y en algunos de los casos, me temo que bastantes, resulta que aquello que algún día idealizamos como meta a conseguir por el bien de quien sabe quien o quien sabe que moralina, se ha convertido, sin darnos mucha cuenta, en una entrada a un cementerio donde incluso podemos visualizar nuestra propia tumba: ahí, muy cerquita ya del final del camino emprendido hace tiempo. Comprobamos con sorpresa y con disgusto que lo que queríamos arreglar, innovar, solucionar…, lejos de haberlo conseguido, se ha convertido en el principio de nuestro fin.

Miramos hacia atrás inocentemente con la intención de encontrar ese punto de flexión en el que comenzó a torcerse nuestro empeño al objeto de desandar lo andado, con la esperanza de alcanzarlo y así, corregir aquello que con buena voluntad se perseguía, y comprobamos, nuevamente con disgusto que en el camino se han ido acumulando tantos trastos, se han ido creando tantas enemistades de aquellos disconformes con tu visión, que cuando intentas alcanzar ese punto nuevamente buscado, te topas de bruces con esas gran cantidad de “trastos” de “basura”… que hace insuperable el regreso. Es punto de flexión visualizado se ha convertido en punto de inflexión. Y lo más desagradable, con innumerables pies que ahora entorpecen ese regreso, con la implacable intención de zancadillearte. Miras hacia arriba y contemplas además rostros muy conocidos, son hasta algunos compañeros de viaje que supuestamente idealizaban lo mismo que tú, y que antes solo te dispensaban parabienes; y te das cuenta de la imposibilidad ya de alcanzar absolutamente nada. Miras hacia los lados y, sorpresa, ¡te encuentras solo!

¡Has llegado al borde de tu propia tumba! Y todo esto sin casi haberte dado cuenta. Ahora aquellos que te “jaleaban” gritan tu muerte unidos a los disconformes, a los que antes denostaban, formando un túmulo al que empiezas a mirar y no tiene fin.

Y entonces caes en la cuenta. ¡Pobre de ti, ni siquiera lo habías olido! Ya no es posible el regreso, tu antes vociferada “santidad” se ha convertido para ese nuevo pópulo en maldad, en olvido, en abandono…

A la finada Doña Rita Barberá le ha sucedido esto que a buen seguro nos ha pasado a algunos o a muchos en distintos órdenes de nuestras vidas. Seguro que trabajó con ahínco para el pueblo de Valencia, seguro que en muchas ocasiones lo hizo bien, seguro incluso que lo hizo altruistamente intentando alcanzar aquellos ideales que algún día en el pasado se propuso; pero seguro también que sin quererlo y sin saberlo, se rodeó de gente insincera, de gente "trepa" que no solo la abandonaron cuando lo necesitó, cuando cayó en desgracia, sino que también la “pringaron” con asuntos turbios, que quién sabe, si ni siquiera conocía, dada la confianza depositada en aquellos que ahora le daban la espalda.

No podemos asegurarlo, pero probablemente, a partir de ahora, después de las “lágrimas de cocodrilo” de algunos, se hará “leña del árbol caído”, y se le hará, después de muerta, cargar con esos trastos “basura” de su camino andado, intentando descargar de ellos la culpa. Esto sucede muy frecuentemente, mucho más de lo que ni siquiera podemos imaginar. Es una de las condiciones humanas lesivas y malintencionadas; y lo curioso es que todos lo sabemos, pero lo políticamente correcto es admitirlo escudados en la frase creada de "falta de pruebas"

Si no nos sucede como a Doña Rita Barberá, que no ha podido “tragar” la situación última que le tocó vivir, muriendo atragantada “de pena” como ha asegurado algún cercano ¿leal?, debemos hacer ese ejercicio de reflexión que en el pasado mes de febrero citó el diputado del PP, Pablo Casado, y al borde de nuestra “tumba” social, llegar al convencimiento que como también citó el mismo: “Hay vida fuera de…, aquello que no hemos alcanzado”, y como se hace cuando nos atragantamos con un hueso de melocotón, tragar, tragar, y tragar, y con nuevos bríos aprovechar ese “paso atrás” que ¿nos permiten?, arrancarnos las “anteojeras” que nuestro propio ideal nos puso, y comenzar a mirar, no solo hacia delante, como antes hacíamos, sino también hacia los lados, hacia arriba, hacia abajo, y observar la “anchura del bosque” que antes no veíamos, y apartarnos definitivamente de ese camino ya intransitable que a buen seguro nos llevará hacia nuestra tumba. 

¿Quién sabe si la vida nos permitirá, una vez más emprender un nuevo camino? ¿Quién sabe si la experiencia adquirida permitirá que seamos más previsores  y menos confiados? ¿Quién sabe si la vida nos depara nuevos caminos, nuevas oportunidades, nuevas compañías...

Esa es la oportunidad que Doña Rita Barberá no ha tenido. No ha tenido las fuerzas para tragar su particular hueso de melocotón.

No te dejes morir en tus empeños inalcanzables. Si algo no funciona y eres incapaz de arreglarlo, no te ciegues, no vale la pena; el tiempo es precioso, y el que has mal usado ya no volverá. Emplea el tiempo que te queda en nuevas perspectivas, en nuevas metas. No te dejes arrastrar por los demás hacia tu propia tumba.

No a la política, no a la famosa, pero sí a la persona, que a pesar de los pesares, a pesar de sus luces y sus sombras, como todos nosotros, trabajó por los demás y llegó a alcanzar muchos de los ideales que se propuso…


Q.E.P.D. Doña Rita Barberá.

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