Mi realidad vital de ahora
Me encuentro en un momento de mi vida en el que las
idealizaciones que se han ido asentando en mi forma de pensar, no tienen ya el
suficiente peso específico, como para suponer, como lo ha sido en el pasado,
una alienación incondicional con determinada causa, o incluso, que me pudiera resultar
un lastre que tuviera que soportar por determinado posicionamiento ocupado en
algún momento, aunque confieso que estas circunstancias han tenido su momento
en mi vida.
Todo esto tiene una explicación, que aunque intuyo
que les pasa a muchos, solo puedo garantizar que me sucede a mí. Quién se vea
retratado en lo siguiente, por favor, que lo diga y muestre su retrato.
Mis mayores lo llamaban experiencia. Yo con oídos jóvenes me burlaba interiormente, porque si lo hacía de forma explícita corría el peligro de recibir algún bofetón, colleja o patada en el trasero, y el posterior y consiguiente “¡Y aquí se acabó, lárgate ya!”.
Mis mayores lo llamaban experiencia. Yo con oídos jóvenes me burlaba interiormente, porque si lo hacía de forma explícita corría el peligro de recibir algún bofetón, colleja o patada en el trasero, y el posterior y consiguiente “¡Y aquí se acabó, lárgate ya!”.
“¡La
experiencia es un grado!” me decían… Y en las ocasiones en
las que se me permitía alguna opinión, la contestación final casi sin ninguna
aclaración: “¡Cuando seas padre comerás
huevos!” Si dada la oportunidad, se me permitía seguir metiendo “palos en
candela”, y como ese tipo de explicaciones de los mayores no suelen ser bien
acogidos por los jóvenes, que creen tener la razón en todo, y piensan que las
generaciones anteriores han sido siempre bobas, las discusiones sobre las cosas
se podían eternizar, así que el punto final siempre lo ponía algún mayor
terminando con la frase: “¡Vaya niño
pesado!”, “¡Cuando seas mayor lo
comprenderás todo….!”
Te pregunto: ¿Te sientes identificado/a?, ¿Has recorrido
ese mismo camino?, supongo que sí. Ahora a mis cincuenta y ocho años comprendo
muchas cosas. Comprendo casi todo lo que antes veía como estructuras
monolíticas que tapaban “todo el bosque” Comprendo por qué los mayores tomaban
decisiones que a mí me parecían retrógradas, conservadoras, o simplemente equivocadas.
Y sobre todo, comprendo las contestaciones recibidas; a mí me está sucediendo
lo mismo con los jóvenes de ahora, con sus impaciencias, con sus lógicas aplastantes
casi carentes de experiencia personal, que al final resultan ser un desastre…,
y comprendo aquello de: “Nadie aprende
de cabeza ajena”
Ahora lo comprendo. Primero, yo, (no sé si tu también, querido lector),
desde mi adolescencia en adelante he ido creando, por supuesto con la ayuda de
otros, diferentes creencias, pensamientos, parcelas, tótems, idealizaciones,
estructuras, caminos en direcciones muy concretas, visiones, alieneaciones…, que
han sido influenciadas, casi todas ellas, por personas e instituciones muy concretas,
pero también, influenciadas por las distintas épocas, por cuestión de
natalidad, por vivencias, e incluso por compañías de camino…, de las que
algunas de ellas, en la actualidad, aún permanecen más o menos de forma
inquebrantable, y otras, la mayoría, que se han ido acentuando o diluyendo en
cuanto a su carácter, pero ya a través de una metodología mucho más personal, dejando que la razón (la mía, la adquirida con los años)
fuera poniendo las cosas en su sitio, y no dejando ya que la sola opinión de
los demás influya tanto como antes en MI forma de ver esas cosas.
En la actualidad me reconozco más tolerante, más
ecuánime, más dialogante, menos recalcitrante, más acompañante de más variadas
compañías, menos homófobo, xenófobo…, con la esperanza de dejar de serlo
completamente, con más capacidad de reconocer más “verdades”, más o menos
absolutas de los demás, menos integrista, menos fundamentalista, más acogedor
de otros pensamientos, de otras personas, y quizá también de otros ideales.
Intento ponerme en el otro “pellejo” para comprender, para amar, para acompañar…
Se que no se, si todo lo anterior es malo, o bueno,
o regular. Solo se que me sienta bien no saberlo, porque las cosas no me
condicionan en absoluto, porque no me dañan, porque no me llevan al odio… La
comprensión, o solo el intento de comprender me lleva a un estado de
equilibrio, y me siento en ciertas ocasiones, incluso por encima de los
problemas que acucian a este mundo. Mi visión es mucho más clara. No se si
legítima, reconozco aún mis debilidades, mis desconocimientos, mis
incapacidades, pero lo obtenido durante mi vida “La Experiencia”, aquella de la
que hacían gala mis mayores, fluye ahora desde dentro mi, a través de la “Razón”,
de mi razonamiento personal, también llamado “Experiencia” reconociendo con más
claridad muchas más cosas que en mi juventud.
Trabajo, primero por mi mismo, pero intentando no
dañar a mi prójimo, sino intentando transmitir certezas que sumen y no que
resten o dividan. Esta es una de mis certezas absolutas y de la que no permito
cuestionamientos. Primero AMAR A MI CREADOR SOBRE TODAS LAS COSAS, y segundo
AMAR A TODOS LOS QUE ME RODEAN COMO A MÍ MISMO, así, en mayúsculas, en absoluto. Estoy convencido que embarcado
en esta nave es la única forma de preservar, solo algo de lo que nos pudiera
quedar, y sobre todo, y a partir de este convencimiento, entre todos, y a
través del respeto de y a mis semejantes, construir, edificar, sumar…, al objeto de
poder dejar en herencia a los que nos heredarán, un mejor mundo que el que
entre todos estamos arruinando.
Y la conclusión a la que he llegado a través de mi
experiencia, de mi razón, es que se puede alcanzar la unidad a través de la
diversidad, aplicando siempre la máxima certeza, a la que yo personalmente he
llegado, que solo lo podemos realizar a través de la comprensión, del amor, de
la ayuda mutua…, de todos los que conformamos esto que llamamos mundo.
José David Amado Lagares.
Pues sí, la verdad es que va llegando una edad en la que les damos la razón a nuestros mayores, y es que esta vida es una escuela, y todos pasamos por las mismas cosas(hablo a nivel general; niñez, adultez con sus respectivos estudios, trabjko, etc, y luego todo lo demás). Luego están los que han sufrido mucho, los que hemos sufrido lo nuestro, y a los que parece que nunca les ha ocurrido nada malo. Pero de todas fomas, todos aprendemos de la misma manera, aunque es verdad que algunos, pues no terminan de aprender nunca, bien por su entorno, por la educación que han tenido, incluso porque interiormente no están bien y quieren que todos paguen por ello. En cualquier caso, me alegra que estés en ese punto, es muy bueno, y sí, yo también te doy la razón cuando duces que primero, el amr a Dios, luego a nosotros y casi simultáneamente, a los demás. Gracias por compratirlo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Esther, yo pensaba que en lo relativo a las alienaciones tu no estabas en mi línea, pero me congratulo que por lo menos lo entiendas y tu personalmente no te sientas alienada en ninguna causa. Un fuerte beso, demuestras tener un gran sentido de comprensión.
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