En un lugar de…

Iglesia de San Basilio 1880
LECTURAS:    Proverbios, Cap. 24     1ª Corintios Cap. 3     Evangelio San Mateo, Cap. 15, Vers. 1:14

Queridos hermanos, no hay mejor asamblea que este medio para hablar de las cosas de Dios.

No existe mejor reunión que los que piensan, que los que razonan, para discernir lo que espera nuestro Señor de nuestros Dones en funcionamiento.

Y por consiguiente hermanos, si aprendemos del Plan de Dios…, si discernimos de lo que aprendemos de nuestro Maestro, solo nos queda apelar al Espíritu para que nos ayude a culminar lo que Él espera de nosotros.

“No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos; 
Porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios. 
Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará;”

Así comienza la lectura de Proverbios de hoy.

Cuando una casa tiene unos años, pongamos treinta, cuarenta, o más años, comienza a deteriorarse gravemente, eso es algo que todos hemos comprobado con las nuestras, ¿no es así?

El deterioro viene dado fundamentalmente porque los materiales utilizados en su construcción original, con el tiempo se desgastan, se degradan, envejecen…, en definitiva, no guardan su forma primitiva…

También son objeto de deterioro los movimientos del terreno, que afectan al suelo de nuestra casa, y que por simpatía también afectan a los tabiques, al techo…, incluso pueden afectar a los mismos cimientos del edificio, es una realidad de la que no todos pueden escapar indemnes.

A mi casa del campo le han aparecido en los últimos meses unas grietas exteriores, no muy grandes, pero que dan idea de cómo el terreno se mueve, y afecta directamente a lo que está construido encima.
Cuando esto sucede, y al objeto de tapar dichas deficiencias, no gastar mucho dinero, o intentar modernizar la construcción, vamos tapando, pintando, reparando, cambiando la estética, poniendo materiales nuevos, etc. Donde hubo una ventana hoy habrá un aire acondicionado, donde hubo una puerta ahora habrá construido un tabique, donde antes hubo un tabique separando dos estancias hoy habrá un gran espacio, o donde antes había un suelo de barro hoy habrá planchas de laminado…

Pero no siempre los cambios estéticos, las obras de reforma, los arreglos varios que vayamos implementando, son lo que mejor le viene al edificio. Esto puede provocar que lo vayamos desestabilizando respecto a cómo había sido concebido en principio.

Los ayuntamientos, hoy día, tienen una normativa específica para la demolición de un edificio, pero hace años podíamos ver, cuando una casa era demolida, las distintas estancias de lo que había sido el interior del edificio. Podíamos comprobar las distintas obras o modificaciones que se habían realizado en una vivienda respecto de otra, e incluso los distintos colores usados para la pintura de las paredes, que a veces sobrepasaban el grosor de los mismos tabiques. Los distintos azulejos usados en la cocina o en el aseo, etc.

Esto que os estoy contando no es en absoluto ajeno a ninguno de los que estamos hoy aquí. Esto nos sucede constantemente.

Este mismo edificio en el que estamos, necesita constantes arreglos para que siga en pie.

Si no fuéramos lo suficientemente rápidos, si no tuviéramos el suficiente dinero, si no nos importara este sitio, con toda seguridad que llegaría el momento en que sería inhabitable… Y si no procediéramos en ese momento al arreglo del mismo, poco a poco, con el paso del tiempo, entraría en estado de ruina.

Este mismo edificio y zonas aledañas, si algunos no lo saben, fue el antiguo convento de San Basilio, que se dedicó al culto ortodoxo, y en el subsuelo, cuando se derribó para construir lo que hoy tenemos, se descubrieron varios enterramientos de responsables de la Inquisición sevillana.

Es curioso hermanos, que hoy, nosotros, Católicos Reformados, que profesamos la misma fe de muchos de aquellos que fueron perseguidos por el mal llamado “Santo Oficio”, la misma fe de aquellos que por confesar a Dios como su único Salvador fueron martirizados, estemos, hoy, aquí, pisando las últimas moradas de aquellos inquisidores, y estemos confesando y alabando diariamente a ese Dios grande que ellos mismos persiguieron.

El mismo Palomares exhibió durante años, aquí mismo, un pequeño museo en el que se exponía objetos procedentes de la Inquisición Española.

Pues bien, en tres siglos y medio, poco más o menos, este mismo sitio ha pasado de ser uno de los sitios intramuros, usado por la Inquisición, a convento católico romano, de ahí a pertenecer a una comunidad ortodoxa, y posteriormente fue donde se fundó la primitiva Hermandad de La Macarena.

Cayó en desuso y fue objeto de la famosa “Desamortización de Mendizábal” con cuya oferta fue comprado el solar y lo que había construido en él, por un grupo de personas que estaban preocupadas por retornar a los principios de la primitiva iglesia cristiana, a volver a Las Fuentes abrazando la Reforma del siglo XVI, predicando a un Dios que nos trae libertad, y que por su propia Gracia divina somos perdonados y salvados…, en definitiva, una doctrina, no nueva, muy antigua, pero que había sido con el tiempo rellenada con nuevos elementos, y al igual que el propio edificio, donde primitivamente había una puerta, estas personas comprometidas con el Evangelio, encontraban un tabique, dónde hubo una solera de piedra, ahora un suelo de barro, dónde un techo plano, ahora uno abovedado.

Tanto el edificio como el cristianismo que en este sitio se ha practicado durante todo este tiempo, se ha ido ¿manteniendo? 

Todos sabemos que NO.
·         
O por el contrario, ¿se ha ido reparando? Hasta 1871, seguro que SI.
·         
¿Existe ahora, aquí, algo de aquello primitivo? Indiscutiblemente, NO.
·        
¿Los tabiques que conforman este edificio son los mismos? Definitivamente, NO.
·        
Las ventanas, las puertas… ¿Están en el mismo sitio? En absoluto.

En este sitio seguimos adorando al mismo Dios de entonces, eso con toda seguridad…
·        
¿Pero, de la misma forma? ¿Con la misma sinceridad? ¿Con la misma fe?, estoy completamente seguro que NO.

No me cabe la menor duda que aquellos hermanos que nos precedieron, aquellos que sufrieron en sus carnes la persecución, el odio, la injusticia humana…, pretendieron dar carpetazo a la nueva tradición creada por aquella pseudo-iglesia que se denominaba a sí misma como cristiana, pero que ya en nada se parecía a la antigua tradición, a aquella que procedía de las propias Fuentes del primitivo cristianismo.

Esa antigua tradición, que con el paso de los siglos, al igual que los edificios, había sido mantenida, reparando con nuevos materiales, con nuevas ideologías, con nuevas formas de edificar, con nuevos elementos…, se transformó en una nueva tradición que poco se parecía a lo que ellos añoraban, a lo que ellos necesitaban, a lo que el mismo Dios les urgía.

Por eso, al igual que este edificio, tuvo que ser demolida. Ya no valían los antiguos cimientos, ya no eran, conforme a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, la posición de sus muros, de sus tabiques, de sus ventanas.

Esa nueva tradición creada por la Iglesia Romana de entonces, ya no se ajustaba, ni siquiera a los parámetros más amplios del cristianismo.

Era necesaria, no una remodelación o reconstrucción, lo que la Sevilla, la España de esa época necesitaban era arrasar con una tradición que había envenenado durante siglos las raíces mismas del cristianismo, engañando peligrosamente a los que de ella mamaban, y poniendo en duda la propia Salvación de sus componentes.

El testimonio vivo y efectivo y el compromiso con el Creador, de Palomares, de Cabrera, de Mr. Tugwell…, y de tantos otros siervos de Dios de aquella época, dio como semilla fructificada lo que es la Iglesia Española Reformada Episcopal.
Concretamente en Sevilla, donde nació, ha dado testimonio de la fe durante casi ciento cincuenta años, y se llama Iglesia de San Basilio.

Pero que no se nos olvide ni un segundo, hermanos…, el edificio tuvo que ser demolido hasta sus cimientos y construido de nuevo, porque su mantenimiento, sus reparaciones anteriores, quizá no se hicieron siempre conforme a la necesidad de La Iglesia de Dios.

Al igual que el edificio, la fe propuesta ahora, a partir de 1880, debía sustituir como nueva construcción a las antiguas advocaciones, a los antiguos ritos.

Y así se hizo, donde en la antigüedad fueron martirizados hijos de Dios, donde hubo advocaciones marianas, donde el Culto icónico ortodoxo floreció, a partir de esta fecha solo se sirvió a Sevilla en sus necesidades primarias, abrazando una parte importante de la Reforma del siglo XVI, adorando a un Dios Vivo, creyendo en la obra de perdón de la Cruz y teniendo esperanza real de la Salvación por Gracia de Dios, a través de la Resurrección de Su Hijo.

Incluso en épocas más recientes, allá por 1954, nuevamente la intolerancia, el rencor, el odio volvió a germinar en Sevilla como en épocas pasadas y volvieron a agredir a todos los que adoraban al Padre en esta iglesia, quemándola con todos dentro. De eso algunos aquí podemos dar testimonio de lo vivido en nuestra niñez, y de cómo nuestros mayores agredidos en aquella nueva ocasión, mantuvieron intacta, a través del dolor y el sacrificio, la fortaleza en Dios nuestro Señor.

Esa es, muy resumida la historia, hermanos. Y nosotros, ahora, aquí, somos parte del resultado de esa nueva construcción que proviene de 1880, tanto del edificio como de la fe predicada desde este mismo púlpito.

Las siguientes reconstrucciones de 1902, de 1960 y de 1985 supusieron tanto obras físicas como espacios donde sobreedificar la fe predicada.

Ahora no somos muchos, quizá por el desapego a aquello que nos creó, quizá por comodidad, por inconstancia, y quizá también por desconocimiento, pero también quizá porque estamos sometidos a las mismas realidades humanas que todos estamos viviendo hoy en día.

Sea como sea, nos debemos reconocer como El Remanente de Dios en este sitio, nos debemos encarnar con aquellos que sufrieron por volver a la Verdad a los sevillanos, tanto de entonces como de ahora, a volver las Fuentes de las que el mismo Jesús nos dice que debemos beber.

Esta iglesia ha sido testigo de muchos momentos gloriosos en los que la presencia de Dios a través de Su Espíritu ha sido vivida intensamente, incluso por muchos de los que hoy estamos aquí, y estoy seguro que el mismo Dios que guió a muchos a su conocimiento quiere y espera de nosotros que sigamos siendo Sus testigos fieles.

Y continúa la lectura de Proverbios:

//“El hombre sabio es fuerte, y de pujante vigor el hombre docto. 
Porque con ingenio harás la guerra, y en la multitud de consejeros está la victoria.”//

No os oculto hermanos que se nos aproximan tiempos difíciles, tiempos en los que nuevamente nos encontraremos otra vez con esa fe adornada, reparada, mutilada, y sustituida con nuevos elementos, iguales o parecidos a los que Palomares, Cabrera y otros se propusieron cambiar, no por ser antagonistas de nada, no por vanidad o gloria propia, sino por ser fieles a unos principios que han dado como resultado una fe genuina que vivirá por siempre.

Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida. 
Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. 
Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? 
El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras. 

Así termina el texto de Proverbios de hoy.

Dios espera de nuestra iglesia, esta de San Basilio donde fue creada la IERE, donde Él ha habitado, habita y habitará hasta que sea de Su Voluntad, que en tiempos de dificultad, en tiempos de “Anatema”, en tiempos en los que debemos ser guardadores de la bendita fe recibida, nos comportemos de la misma forma que se comportaron aquellos que la crearon.

Que le seamos fieles incluso hasta padecer persecución, que sigamos dando testimonio vivo de Su Verdad, que no nos dejemos sumir en las nuevas tradiciones, que la apostasía sea apartada firmemente de nuestro alrededor…

En definitiva que esta iglesia vuelva a ser faro y guía para la IERE en el futuro que nos espera, y que así podamos presentarle en su día algo digno de Él, de Su obra.

Hermanos, no por vanagloria personal, no por cuestiones humanistas, no por nada que suponga que anteponemos ningún aspecto a la Voluntad de Dios. Si reconocemos todo lo anterior, debemos prepararnos para el futuro que se nos aproxima, y que cualquier actitud que tomemos como iglesia, cualquier fundamento que queramos limpiar, todo, absolutamente todo, sea para la Gloria de nuestro Bendito Dios.

Hermanos, nos toca a nosotros abanderar esta batalla, como en el pasado también sucedió en este mismo sitio.

El Señor así lo ha querido, y está promoviendo entre todos nosotros esas mismas sensibilidades que motivó la creación de 

la IERE, entonces para que naciera, y ahora para la defensa del legado por ellos recibido.

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… Así comienza el Quijote, uno de los textos de la literatura española más importantes de toda la historia.

Hermanos míos, nuestro deseo, y espero que el de todos los que estamos aquí, es que esta iglesia, de San Basilio, no sea en el futuro un lugar del que no queramos acordarnos, un lugar donde prolifere el humanismo, las tendencias, los ritos, las mezcolanzas…, sino que reine la paz, la unidad, el amor, y sobre todo, la obediencia a nuestro Dios, al Dios de la Creación.

Hermanos, soñamos con una Iglesia con identidad, no distinta, sino la que tuvo en su fundación…, pero para ello es necesario vestirnos con la “Armadura Celestial”

La Iglesia de San Basilio…, la IERE…, la Iglesia de Dios, necesita ahora de nuestro compromiso, de nuestra lealtad, de nuestro arrojo, de nuestra valentía…, y para que esto suceda se necesita NUESTRA UNIDAD, NUESTRA CONVICCIÓN.

Trabajemos todos juntos, unánimes, como los primeros apóstoles en aquel Aposento Alto, para que este lugar sea nuevamente y para siempre, luz y faro de todos aquellos que están perdidos, desorientados, apegados a ritos y costumbres mal entendidas, de todo aquello que se aparte de la primigenia fe, de toda remodelación, de todo añadido que aparta de la Senda de Justicia.

Ésta hermanos es la voluntad de Dios, y nosotros, como Su Iglesia Viva tenemos que pertrecharnos para que así sea.

Que por todos los días de nuestra vida podamos repetir incesantemente a voz en grito:

“Venid y ved cuán bueno es el Señor” y…

“Que bueno es habitar los hermanos juntos en armonía”

¿AMÉN HERMANOS?

Comentarios