¿De qué forma invertimos nuestra vida?
Predicación de José David Amado, 9 de marzo de 2014.
Os ha bréis perca ta do que
hoy no he reseñado la lectura del eva ngelio.
No os preocupéis, la tendremos en el
transcurso de esta meditación.
La primitiva iglesia cristiana, fue extendiéndose
por distintas regiones del próximo oriente, así como por el occidente europeo,
así que desde sus comienzos tuvo que competir con los distintos cultos paganos,
costumbres y usos de los sitios a los que llegaba. Eso hizo que se tuvieran que
ir sustituyendo las citadas costumbres, en su mayoría paganas, por otras
cristianas. Por eso, una gran parte del calendario litúrgico sustituye a esas
celebraciones de la antigüedad.
Este periodo: “CUARESMA”
en latín cuadragésima, son cuarenta
días para la preparación de la Pascua, que simbolizan la prueba de Jesús al permanecer durante 40 días
en el desierto previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que
duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el
desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. También
tiene mucha relación con el calendario agrícola y el tiempo de renovación de la
tierra que se produce en primavera.
Estamos ya en un nuevo periodo de Cuaresma, que
comenzó el pasado miércoles, que la tradición denomina “DE CENIZA”, y terminará el día en que se conmemora la última cena
del Señor, el jueves santo. A lo largo de este tiempo los cristianos
de todos los tiempos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de ayuno y reflexión.
En el presente, más que el simple ayuno
de comida, se incentivan prácticas que afectan áreas más personales de la vida.
Se trata de ayunar de la comodidad, de
una vida fácil, de la mínima resistencia al pecado, de la mentalidad gregaria,
del placer por el placer. Y sobre todo, se trata de ayunar del poder, la
autocomplacencia y de la gloria personal.
Es ayunar de egoísmo, insensibilidad e
inhumanidad.
Es ayunar de competitividad y
beneficios a costa de otros; de las formas de proceder del mundo y de los
reinos construidos con la acumulación de bienes a costa de las enormes
necesidades de todos los que habitan en la tierra.
Se concibe como forma de interpretar el
pasaje bíblico de Isaías, leído hoy y utilizado comúnmente en la liturgia de
Cuaresma por la mayoría de confesiones cristianas:
¿No
es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en
casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano?
Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
Entonces
invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí.
Muchos de los que estamos aquí ya hemos vivido
cuarenta o cincuenta o más periodos cuaresmales en nuestras vidas, y el Señor,
en su infinita bondad nos ha permitido vivirlas
En este sentido de reflexión que he comentado antes,
y que no se circunscribe solamente a este tiempo, sino que debe ser una
constante en nuestras vidas, comenzaré esta
medita ción con la lectura
del epílogo de una pequeña novela
que leí hace muchos años, que creo haber utilizado en otra ocasión, y que me ha
costado mucho trabajo encontrar, pero que define bastante bien lo que quiero
transmitir en esta mañana.
Este epílogo
bien podría ser la presente o futura
rea lida d
de a lgunos o muchos de los que esta mos a quí
en esta ma ña na .
Os leo:
“Es
hora de pa rtir…
llegó el momento”, dijo el visita nte…
La respuesta que dio revelaba nosta lgia en
su voz…
“Está
bien, Señor…”
En cuestión de segundos toda
la vida
pa só por su mente como un la rgometra je
en el que se unieron imágenes de la
niñez, de la adolescencia, de la juventud y de la eda d
a dulta .
Miró al suelo, junto a
su ca ma ;
a llí esta ba
preparada su ma leta .
“¿En
que momento preparé mis cosa s?”,
pensó con gran vergüenza…, así que prefirió no formula r
esa pregunta
a Jesús, que lo espera ba con
una expresión de ternura en su rostro.
“¿De
qué serviría ahora, en este preciso momento?”,
se preguntó, a l ra zona r
que se iría pa ra no regresa r
ja más.
Y fue en ese insta nte
de reflexión cuando valoró lo mucho que no ha bía hecho en vida .
Era cierto…, Ya no quedaba tiempo, ya no podía volver atrás…, y le emba rgó
una profunda
tristeza a l
recorda r las escasas cosas
importantes que ha bía compa rtido
con su esposa…
¡Trabajo…, siempre ha bía mucho trabajo, compromisos sociales…, y muy poco tiempo
para las cosas que a la postre, eran las más importantes!
¿Y los hijos…? ¡Tan
rápido pa sa ron
los a ños que no se dio cuenta de que ha bía n crecido!
Compartió con ellos poco más que algún cumpleaños,
algún día de fútbol, y el día que el
ma yor se licenció en la universida d…
ha cía
ya…, no recorda ba el tiempo.
Pero algo le inquietó aún más. Él ahora debía
rendir cuenta s a nte el Crea dor.
Personalmente, en pa rte
esta ba
satisfecho, porque había sido un hombre de fe. Pero… ¿y sus amigos…? ¿Qué pa sa ría cua ndo
ellos debiera n ir a l tribuna l
de Cristo?
Él durante su vida… ¡Había a rgumenta do ta nta s preocupa ciones
y fa lta
de tiempo…,! que ja más les testificó
de su fe, del eva ngelio de Jesús.
¿Y sus compa ñeros
de tra ba jo?
¿Iría n a
la eternida d
con Dios?..., No lo sabía, porque a
ellos ta mpoco les ha bló de su fe… ¿Y su fa milia próxima ?
¿Dónde irían a l emprender el via je sin retorno?... Tampoco les compa rtió la s
Buena s Nueva s
de Jesucristo…
Un nudo se hizo en su ga rga nta …
Definitiva mente ha bía ma lga sta do mucho de su tiempo, de sus talentos, de sus
oportunida des… Y aunque ahora no le faltaban ganas, ya no
tenía tiempo de rectifica r nada…
“Es
hora de pa rtir…
le recordó el Señor Jesús con a mor
en sus pa la bra s…
Y comenza ron
a ca mina r más a llá
de la ha bita ción… Ya
no ha bía
tiempo pa ra
más…
………. / ………
Hasta a quí
el epílogo de una vida…; el prólogo
y el resto de la historia ya ha n pasado.
La mayoría de nosotros, hoy, aquí, también estamos
comenzando a escribir nuestro epílogo. Nuestro prólogo se escribió hace muchos,
muchos años, y lo que nos ha sucedido entre el prólogo y lo que estamos comenzando
a escribir, ya es historia, ya ha pasado…, y como dice el refrán: “Aguas pasadas no mueven las ruedas del
molino”
Lo común es que en nuestros años de vida no pensa mos en la
muerte, o si pensa mos lo solemos ver
como a lgo muy leja no, a lgo
que suele ocurrirle a otros, pero no
a nosotros.
Pero la verdad es que la muerte es a lgo que no podemos eludir, y algún día nos llega rá
la hora
de rendir cuenta s a l Creador.
La pregunta
es: ¿Qué cuenta s
tenemos pa ra
rendir, buena s o ma la s?
La primera
pa rte de la
lectura el eva ngelio
la puedes leer en el siguiente enlace:
Evangelio de San Lucas, Cap. 12, vers. 13:21
En este sentido vemos uno de los aspectos más
graves que pueden darse en nuestras vidas. Nuestra falta de acción ante el
mandato de Jesús en La Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado”
El protagonista del “Epílogo” no lo hizo, así que
no fue rico para con Dios.
En este mismo inst
La historia
podría ser diferente. Solo ba sta ría que
tú o yo dedicára mos más tiempo pa ra compa rtir la
pa la bra de Dios con todos los que tenemos a nuestro
alrededor.
Muchos ya lo han hecho en sus entornos y han
decidido extender este mandato yéndose a otros países, muy lejos de sus
hogares. ¿Por qué nosotros no podemos
hacerlo aquí, muy cerca del nuestro?
Como comenté en mi anterior meditación de comienzo
del nuevo año: Es hora
de rea liza r
un inventa rio de nuestro pasado.
¿Qué hemos hecho en el pasado y qué hacemos en la
actualidad con ca da insta nte
de nuestras vidas? No nos damos cuenta, pero el tiempo se esca pa como
el a gua
entre los dedos.
¿Hemos pensa do
en esto? Por mucho que nos a fa nemos, no podemos retroceder en el tiempo. El
minuto que a va nzó
es imposible retrocederlo.
¿Hemos medita do,
como le pa sa ba a l prota gonista
del epílogo de la novela , que a
vuelta de a lgunos
a ños e incluso hoy mismo, nos podemos
la menta r
por los preciosos insta ntes que hemos
desperdiciados? Esta es una rea lida d inexora ble
e inevita ble.
¿Cómo invertimos nuestro tiempo en nuestra vida ?
Cua ndo
medita mos en este a specto de nuestra
vida , no podemos por menos que recorda r la pa rábola
de los ta lentos.
La
segunda pa rte
del eva ngelio de hoy y ba jo mi punto de vista
el más importante, lo puedes leer en el siguiente enlace:
Evangelio de San Mateo, Cap. 25, vers. 14:30
Aquí encontra mos
dos a spectos funda menta les:
Evangelio de San Mateo, Cap. 25, vers. 14:30
Aquí encontr
Primero,
Dios delegó a utorida d y poder en sus siervos pa ra que invirtiesen los talentos, y…
Segundo,
Dios conoce la s a ptitudes y potencia lida des de toda
persona . Tal vez nosotros no ha ya mos va lora do nuestra s ca pa cida des,
pero Él sa be cuán lejos podemos llega r estando permanentemente en Sus manos.
Hemos sido lla ma dos a
multiplica r los ta lentos: ¿Cómo los invertimos?
Algunos de los aquí presentes podemos tener forma ción o ca pa cita ción
na tura l
dada por Dios pa ra desa rrolla r nuestros “talentos” en nuestro entorno, pero cabe
la posibilidad que estemos desperdiciando algo o mucho de su potencia l, a
veces, limitándonos única mente a venir a
la iglesia, o limitándonos a entregar
a Dios nuestro solo diezmo, en cuanto a tiempo o facultades, dejando
egoístamente el 90% solo para nuestro uso. Esta es una posibilidad que todos
los cristianos nos debemos plantear, ¿no es así?
¿Imaginamos cuánto podría n
servir en su totalidad esas vida s en
ma nos del Señor?
“Y él que ha bía recibido cinco, ga nó
otros cinco. El que ha bía recibido dos, ga nó
otros dos”.
El temor nos bloquea :
Temor a l que dirán, complejos
que están en nosotros; a lgunos ba sta nte
evidentes y otros ocultos, pero que nos impiden o disminuyen nuestra liberta d
de a cción pa ra ha cer la obra de
Dios.
“Por lo cua l tuve miedo, y fui y escondí tu ta lento en la
tierra ; a quí
tienes lo que es tuyo”.
Ta rde
o tempra no rendiremos cuenta s: Es inevita ble que rinda mos
cuenta s a l
Señor respecto de cómo utiliza mos
nuestra ma yordomía .
“Después de mucho tiempo vino el señor de a quellos
siervos, y a rregló cuenta s con ellos.”
Un ma yordomo
es un sirviente con cierta a utorida d
pa ra
a dministra r
los bienes de su señor. Y en cierta
ma nera
la s persona s
condena da s
a la
perdición eterna , son nuestra responsabilidad.
Imaginemos por un momento que están a lguna s a lma s
disfruta ndo del Paraíso; todo a su a lrededor
es hermoso. Sin emba rgo, a lgo rompe la
tra nquilida d.
Son millones de seres que grita n
desespera dos en el infierno. Esa s a lma s del Pa ra íso con sus buenas aptitudes pudieron ha ber sa lva do decena s,
con solo ha berles compa rtido el eva ngelio
en a lgún momento de sus vida s. Pero al igual que el protagonista del “Epílogo”,
el argumento es que no tenía n
tiempo.
Cuando estemos en la presencia de Dios, Él nos
pedirá cuenta de nuestros “Talentos” ¿Qué le diremos?
1. ¿Uno me entregaste y por miedo a perderlo lo
escondí, así que te devuelvo lo que me entregaste?
2. O, ¿te devuelvo los que me entregaste y los que
he ganado haciéndolos funcionar?
Debemos de a cepta r nuestra
pa rte de responsa bilida d
pa ra
con la s a lma s a sa lva r y
que el Señor en la hora fina l
nos dema nda rá.
Y finalmente, no nos fijemos en los resulta dos de los demás: Los
prota gonista s
de la segunda parte del eva ngelio de
hoy no se fija ron en lo que ha cía n los
demás, simplemente ha cía n lo que tenía n
que ha cer pa ra multiplica r
los ta lentos.
El que dio a sus siervos los talentos, no dio a
todos por igual, repartió según su criterio. Nosotros al igual recibimos según
los criterios de Dios, y no le debemos enmendar la plana cuestionando por qué a
mi cinco, o por qué a mi dos, o por qué a mi uno. Dios nos da según nuestras
capacidades, y lo que debemos hacer es ponerlos en funcionamiento. Cuando
estemos en su presencia no nos va a pedir que le devolvamos más de lo que nos
entregó, pero si nos va a pedir los intereses de lo que no ha dado.
Nuestra tendencia
es ha cer lo que los demás ha cen, y si no ha cen,
pues nosotros tampoco hacemos. Ya Dios dema nda rá a los
que no ha cen y no están multiplica ndo sus ta lentos.
No debemos fija rnos si a lguien tiene un resulta do
mejor que el nuestro, no nos menospreciemos. Tampoco nos fijemos si a lguien tiene un resulta do
peor que el nuestro, no menospreciemos a
los demás.
Fiel en lo poco, fiel en lo mucho:
Si somos fieles en lo poco, seremos fieles en lo
mucho. Dios tiene una recompensa pa ra su pueblo. Lo que ha ga mos por la
propa ga ción
del eva ngelio, tendrá su
reconocimiento divino.
A quienes ha bía n multiplica do
sus ta lentos les dijo: “Bien,
buen siervo y fiel; sobre poco ha s
sido fiel, sobre mucho te pondré: entra
en el gozo de tu señor.”
El a póstol
Pa blo escribió ta mbién en 1ª
Corintios 15:58
“Así que, herma nos
míos a ma dos,
esta d firmes y consta ntes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sa biendo que vuestro tra ba jo en el Señor no es en va no.”
Dios permita
que hoy comencemos a pensa r honesta mente:
¿Cómo esta mos
invirtiendo nuestros ta lentos?
No dejemos que nuestra s
ca pa cida des siga n
dormida s, mientra s miles de persona s
se pierden en la eternida d sin Cristo.
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