2014 Una nueva oportunidad
LECTURAS:
SalmosCap. 90, 1:17 - Proverbios Cap. 4, 20:27 - Evangelio
según San Mateo Cap. 15, 1:10
Predicación del 9 de febrero de 2014 – José David Amado Lagares
Por todos es conocido que el burro es considerado
uno de los animales con menos… ¿inteligencia?, si podemos usar esa expresión en
un animal.
Un jinete montado sobre un burro, con una vara
extendida hacia delante, y una zanahoria en su extremo, hace que el burro
camine en busca del vegetal. Los romanos se dieron cuenta de eso, pero a la vez
observaron que el animal evitaba transitar por
terrenos abruptos, buscando siempre rodear los obstáculos naturales, y
entre un punto inicial y otro final, al caminar, marcaba el sendero más recto y
llano posible.
Usaron esas facultades para el diseño de sus vías de
comunicación, las famosas vías romanas, una de las cuales la tenemos muy cerca,
la Vía de la Plata, que une el norte con el sur de la península ibérica.
Por otro lado, la sabiduría popular nos advierte que
no es el burro, que es el hombre el único animal que tropieza en la misma
piedra dos veces. Y de eso puedo dar fiel testimonio. Tengo una cama en la casa
de mi parcela en la que me he golpeado la espinilla de la pierna izquierda en
más de tres ocasiones, y las que vendrán…, y supongo que cada uno de nosotros
tendremos un ejemplo parecido, ¿no es así?
El año ha pasado otra
vez. Lo que hicimos o dejamos de hacer forma parte del pasado. Ahora no es el
tiempo de lamentarnos, sino más bien de hacer el inventario para saber con cuántas
deudas quedamos y que ganancias obtuvimos.
Y esto lo menciono
porque lo que David dijo hace tanto tiempo, expresado en el Salmo 90:12, debe seguir siendo la norma
rectora de nuestras vidas, ya que cada vez que malgastamos el tiempo, o no
sabemos cómo usarlo, tendremos que decirle al Señor:
“Enséñanos a contar nuestros días,
de tal manera que traigamos al corazón sabiduría”
Todos sabemos que el
corazón es uno de los órganos más importantes del cuerpo, aún así no es del que
manan las ideas, los pensamientos, las sensaciones, los sentimientos…, de eso
de encarga el cerebro. Hoy sabemos que la sustitución, el arreglo, la
modificación del corazón puede hacer que sigamos viviendo, pero no así del
cerebro. Esto hace que sea el cerebro el más importante para la vida.
Esto lo sabemos hoy,
pero en la antigüedad, al no poder modificar ninguno de ellos, lo era el
corazón, es por esto que nos ha llegado hasta nuestros días ese término sobre
este órgano tan importante. Por eso seguimos refiriéndonos a él cuando hablamos
de sentimientos.
El haber podido comenzar
este nuevo año, del que ya hemos vivido varias semanas, es una nueva
oportunidad que nos da el Señor para llenar este tiempo con nuevas y mejores cosas, pero sobre
todo para honrarlo con más excelencia si cabe que el anterior.
Debemos tener la
sabiduría para reconocer del pasado nuestros errores y deshacer aquello que nos
ata, aquello que no es agradable a Dios. Debemos dejar de ser aquel animal que
acostumbra a tropezar en la misma piedra, y saber, como hace el burro, rodear
las dificultades y proseguir el camino lo más recto y llano posible.
Delante de nosotros se
abre un nuevo calendario. Tomemos
la decisión de llenarlo con las mejores acciones, con las más gloriosas metas,
y sobre todo, que la resolución de ser más fiel al Señor sea lo que rezume este
nuevo año, sabiendo que el que nos acompañó en el año que ha terminado lo hará
otra vez en este que estamos recién estrenando.
Para lograr este
propósito propongo aceptar los consejos llenos de sabiduría que Salomón le dio
a su hijo, de modo que nos sirvan para hacer el camino de todo este nuevo calendario.
Así que, ahora que estamos
dispuestos para afrontar este nuevo año, con sus problemas, pruebas, desafíos y
sorpresas que nos dará la vida, cada uno de nosotros guarde estas oportunas
palabras de Salomón para hacer este recorrido victoriosamente.
¿Qué cosas deben ser
guardadas?
HAY QUE GUARDAR EL CORAZÓN
PORQUE DE ÉL MANA LA VIDA
Proverbios 4 versículo 23a: “Sobre
toda cosa guardada…”
¿Qué cosas con más valor
guardamos en nuestras vidas?
·
¿Alguna carta de amor?
·
¿Alguna joya?
·
¿Alguna ropa cara para fiestas?
·
¿Algún libro importante que nos haya servido para
nuestra vida?
·
¿Las escrituras de una herencia?
·
¿Algunos fondos para las emergencias?
Todos y cada uno de
nosotros guardamos cosas preciadas, cosas que para nosotros son importantes, o
que queremos, dado su valor, que lleguen lo más íntegramente posible a los que
nos sucedan.
Pero son cosas
materiales, así que ninguna, absolutamente ninguna de ellas superará en valor a
la de guardar el corazón.
Salomón sabía como de
traicionero puede llegar a ser el corazón, así que dice:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón…”
Salomón, dada su propia
experiencia, le pidió a su hijo guardar este tesoro. Y es que una vida recta
depende de su cuidado.
Los médicos saben que el
gran enemigo del corazón es el colesterol, sobre todo el llamado “colesterol
malo”.
Se nos dice que nuestro
nivel de colesterol no debería pasar de doscientos. Cuando se supera este nivel,
se está rozando las probabilidades de padecer en algún momento un infarto, una
angina de pecho o un ataque al miocardio.
En el campo
espiritual, el corazón debe guardarse porque tiene la natural tendencia a
contaminarse. Nuestro Señor Jesucristo nos dio a conocer esta posibilidad, en la
lectura del Evangelio de San Mateo de hoy, capítulo 15.
“No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que
sale de la boca, esto contamina al hombre. Pero lo que sale de la boca,
del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los
malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”
Versículo 23b:
“Porque del corazón mana la vida”
Siendo un órgano tan
pequeño (apenas de trescientos gramos) es el que mantiene con vida a todo el
cuerpo. Así que una larga vida está muy relacionada con un buen estado del
corazón. Desde el punto de vista natural, un buen estado físico.
Pero desde el punto de
vista espiritual, es donde se generan todas, las buenas y las malas cosas.
¿Por qué es importante
guardar el corazón? Porque entre las tantas definiciones que se le asigna, la
que nos da el profeta Jeremías, Cap.
17:9, es una de las que más hay que prestarle atención:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?”
Por otro lado, cuando un
corazón está controlado por la presencia del Espíritu, y con ello manifiesta
todo su fruto, el resultado será el que nos dijo el sabio Salomón cuando citó
lo siguiente en Proverbios 17:22:
“El corazón alegre
constituye buen remedio; mas el espíritu
triste seca los huesos”
Así que un corazón
alegre, del cual mana la vida, es un remedio para la tristeza, el afán, la ansiedad
y la preocupación. Por lo tanto, “sobre toda cosa guardada”, guardemos
el corazón en este nuevo año que comienza. Asegurémonos cuál será nuestro
tesoro, porque allí estará nuestro corazón (Lc. 12:34).
Según Proverbios - HAY
QUE GUARDAR LA LENGUA PARA QUE NO SE OFENDA AL SEÑOR
Versículo 24a:
“Aparta de ti la perversidad de la boca…”
Si el corazón es
importante guardarlo porque de él depende la vida, la lengua lo será aún más,
porque su poder conduce a la muerte, según Proverbios 18:21:
“Muerte y vida están en poder de la lengua, Y los que la aman comerán su
fruto”
No sabemos a quién tuvo
en mente Santiago cuando dedicó un capítulo entero para hablar de la
perversidad de la lengua, el capítulo 3.
Así que se nos urge a
hacer lo que también dijo Salomón en Proverbios 15:1.
“La blanda respuesta quita
la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor”
Debemos saber lo que
hablamos y cómo lo decimos, porque podemos crear muchas dificultades y
problemas.
La metáfora de Santiago
en el Cap. 3, 5/10, comparando a la lengua como un fuego, nos ilustra del
alcance devorador que puede hacer ese miembro tan pequeño:
“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de
grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”
Una lengua “deslenguada”
queda sin control y causa daños irreparables. Por el contrario, una lengua
controlada por el Espíritu es fuente de bendición. Por lo tanto, y debido a su
latente perversidad, hay que ponerle freno.
Bien se sabe que Satanás
usa la lengua para dividir a las personas e instigar enfrentamientos y pleitos.
No permitamos que en este nuevo año salgan de nuestra boca palabras que
dividan, sino que la usemos solo para bendecir y edificar.
Versículo 24b:
“Y aleja de ti la iniquidad de los labios”
Salomón utiliza tanto la
perversidad como la iniquidad para referirse a dos grandes males que son
desatados por la lengua. Las dos palabras representan la esencia misma del
pecado, pero en su nivel más degradado.
Lo inicuo y perverso
corresponde a lo profano y llega a ser la antítesis de todo lo
santo. Así que debemos tener cuidado con lo que decimos y pensamos
por el daño que causamos.
“He aquí, ¡cuán grande bosque
enciende un pequeño fuego!” y recordemos las
palabras del Señor: “De la abundancia del corazón habla la boca”
Si mi corazón está lleno
de gratitud, alabanza y bondad, ¿qué se imagina que hablará la boca? ¿Y qué tal
si fuera lo contrario?
La lengua nos fue dada
para que seamos buenos mayordomos de ella. El apóstol nos recuerda a través de
los efesios que fuimos creados “para la alabanza de su nombre”.
¿Qué es lo que sale de su boca?
También HAY QUE GUARDAR
LOS OJOS PARA QUE MIREN SIEMPRE A LO ALTO
Versículo 25a:
“Tus ojos miren lo recto…”
No hay duda esta es una
de las comisiones más difíciles que se le asignó a otro importantísimo órgano
del cuerpo, los ojos.
Después que Eva viera “que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos…”, siendo esto causa de pecado, los
ojos humanos quedaron mirando para “todos lados”.
No es necesario ahondar
mucho en el tema sobre lo que miran nuestros ojos para darnos cuenta de
la importancia de que “miren lo recto”.
¿Qué sucedió cuando Pedro
quiso caminar sobre el mar así como Jesús lo estaba haciendo?
Si bien es cierto que él
fue el único que tuvo fe, pues ciertamente comenzó a caminar sobre el mar,
pronto también se hundió porque no siguió mirando a Jesús sino a las
gigantescas olas que se levantaban sobre él.
¿Qué nos enseña todo
esto? Que Jesús es nuestra única mirada correcta. Todo lo que queda fuera de él
nos conducirá en otra dirección.
Versículo 25b:
“Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante”
La palabra “delante” significa “lo importante”, y el salmista, el Rey
David se preguntaba “¿de dónde vendrá mi socorro?”, y su misma respuesta fue: “Mi
socorro viene de Jehová, que hizo los cielos”
El mundo está lleno de
muchas distracciones para la vida. Las cosas materiales están diseñadas para
que nuestros ojos se vayan tras ellas y pronto seamos parte de ese mundo
consumista. Qué decir de todo ese mundo sensual donde ya nada quedó a la
imaginación sino que todo está expuesto.
La lucha para que
nuestros “párpados” no ofendan
al Señor cada día se hace muy cuesta arriba. La determinación de Job 31:1
quien “hizo pacto con sus ojos”, y
que debiéramos aplicarlo también nosotros, se enfrenta a un desafío que no
nos da tregua desde que nos levantamos.
Pablo de igual forma nos
exhorta a: “poned vuestra mirada en la cosas de arriba, donde está Cristo
sentado”.
HAY QUE GUARDAR LOS PIES
PARA QUE CAMINEN EN LO RECTO
Versículo 26ª:
“Examina la senda de tus pies…”
Ahora hablamos de los
pies. ¿Estamos contentos con los pies que tenemos?
Son ellos lo que al
final mueven nuestro cuerpo. Los pies son los que nos conducen finalmente.
Ellos son los cómplices de nuestros
deseos porque siempre son fieles cumpliendo las órdenes de nuestro cerebro.
En el caminar
espiritual, los pies se enfrentan a una continua decisión, dice Salomón en
Proverbios 14:12: “hay camino que
al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”
La advertencia del
profeta Jeremías (6:16) era: “Paraos en los
caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino,
y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”
Así como nos hacemos
exámenes físicos, examinemos con frecuencia la senda de nuestros pies. El
salmista conocía muy bien la importancia de caminar rectamente delante de
la presencia de Dios, porque por él “son
ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino” (Salmo
37:23).
Por este conocimiento que Dios tiene de nuestros pasos debemos examinar nuestras sendas.
Él nos trazó el camino para que andemos por él.
Versículo
27: “Aparta tu pie del mal”
La manera en la que esto
puede darse si nuestra mirada está puesta “delante”,
es no desviándonos ni a la derecha ni la izquierda.
Hay un peligro
permanente en la vida del creyente: desviarnos
del camino marcado, el camino a la santidad, el que nos conduce a la
presencia de Dios… Cuando no andamos rectos, cualquiera de los lados hacia los
que nos desviemos están plagados de maldad.
En el Salmo 139, 23/24,
David habló del íntimo conocimiento que Dios tenía de él, y oró al Señor
para ser examinado profundamente: “Examíname, oh
Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay
en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”
Hay un solo camino que
el creyente debe transitar, el “camino abierto” que Jesús hizo al morir en la cruz por todos nuestros
pecados.
Así que hermanos,
respecto del pasado 2013, debemos hacer un sincero balance y contestar estas y
otras preguntas:
·
¿Hemos
guardado nuestro corazón?
·
¿Lo
hemos llenado de sabiduría?
·
¿Hemos
apartado la perversidad de nuestra boca?
·
¿Hemos
dado siempre la blanda respuesta que quita la ira?, ¿O la palabra áspera hace
subir el furor?
·
¿Hemos alejado la iniquidad de los labios?
·
¿Hemos
mirado lo recto?
·
¿Por
qué sendas hemos andado?
·
¿Cómo
fueron nuestros pasos en el año que ha terminado?
Si todas estas preguntas
son contestadas a la luz de las enseñanzas recibidas, debemos preguntarnos para
este 2014 que hemos comenzado:
·
¿Hacia
dónde queremos que nos lleven nuestros pies?
En conclusión:
El futuro lo desconocemos, por eso la importancia
de aplicar y guardar estos sabios consejos de Dios.
He querido hoy exponer a vuestra consideración el
valor de lo que debe ser mejor guardado.
No importa que nos preocupemos en presentar al
mundo una apariencia de santidad, si no guardamos lo que más importa para
preservar, la vida espiritual, lo demás será “metal que resuena” que “hace
ruido y nada más”.
Pero si al contrario decidimos guardar nuestro
corazón, lengua, ojos y pies para honrar al Señor, seguro que probaremos lo que
dice Salomón en Proverbios 4,18:
"la senda de los justos es como la luz de la aurora , que va en aumento
hasta que el día es perfecto"
Y si esto es así, nadie nos detendrá en este
nuevo año, si así verdaderamente vivimos.
OREMOS:
Bendito Padre, oramos como lo hizo David, aquel elegido por ti, aquel
que luchó contra los filisteos con la sola arma de la fe, aquel que dudó, que
vivió como cualquier otro ser humano, aquel que pecó, pero aquél que se
arrepintió, y que volvió sus ojos a ti, que confió, que puso ante ti sus
aflicciones, que te bendijo, que te amó…
Y te pedimos desde lo más profundo de nuestros corazones:
REPETID CONMIGO:
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si
hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”
Amén.
Si todos los que hemos oído este mensaje lo aplicásemos debidamente, acompañado de aquel otro en el que se nos habló de solucionar nuestros asuntos en el Señor y no en la carne, ya estaríamos en el camino del Reino. Dios nos conceda discernimiento, sabiduría y fe para que siempre vivamos ''enfocados'' en Él.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Gracias por tu comentario.
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