El amor al prójimo


Predicación 8 septiembre 2013
Lo he buscado en Internet, y en la Biblia, traducción Reina-Valera, versión 1960, que es la que mayoritariamente usamos, aparece la palabra “AMOR” 220 veces. Esto varía, poco más o poco menos, dependiendo de la versión que usemos. Pero el número exacto poca importancia tiene. Lo significativo es la importancia que nuestro Canon da esta palabra.

Que duda cabe que sin el amor es imposible la convivencia.

  • ¿Sería posible llevarnos bien con nuestras parejas sin amor?
  • ¿Sería posible que estuviéramos aquí reunidos sin amor?
  • ¿Sería posible el cumplimiento de La Gran Comisión, o sea, la predicación de la Nuevas Noticias de nuestro Señor, si no demostrásemos amor?
Pero aún hay un amor, más difícil, más complejo, que demuestra en definitiva nuestra fe, ese es el AMOR A NUESTRO PRÓJIMO.

Las tres lecturas de hoy, corresponden a épocas distintas del pueblo de Dios. El Levítico fue escrito, se supone, alrededor de 15 siglos antes de Jesucristo en el desierto de Sinaí, según la tradición cristiana, por Moisés, y dirigido a los Levitas, los sacerdotes del pueblo judío, o sea, hace 3.500 años. La lectura del Evangelio según San Lucas, narra las palabras expresadas por el propio Maestro, hace 2000 años. Y la última lectura a los Gálatas, fue escrita por Pablo de Tarso 20 años después de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Las tres lecturas, a través de las distintas épocas, concluyen con las mismas palabras: “AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”

El versículo 14 de Gálatas 5, el más cercano a nosotros, sentencia así:

Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

El Señor dice que toda la ley y los profetas dependen de dos mandamientos: Amar a Dios, y Amar al prójimo. Es la síntesis de toda la Biblia, ya que Pablo dice en Gálatas, que toda la ley en esta sola palabra se cumple; de modo que este mandamiento es ineludible:

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Esto quiere decir que así como nosotros nos cuidamos, nos guardamos, nos protegemos, nos amamos, así justamente hemos de considerar y amar a cualquier ser humano alrededor nuestro.

En medio de tanto egoísmo en que nos movemos, hoy es imperativo: amar al que está junto a nosotros, al más cercano, al que está próximo a nosotros, al prójimo.

Yo, como sabéis soy diabético, y tengo que inyectarme insulina a diario. Pues bien, la zona donde me la inyecto, poco a poco se va insensibilizando. Así también el mundo actual está tan acostumbrado a hacer mal al prójimo, que ya nadie casi lo advierte; hay acciones que ya no se perciben como maldad.

Mateo 13:15 - “porque el corazón de este pueblo se ha engrosado y con los oídos oyen pesadamente y han cerrado sus ojos” 

El mal se aprecia como si fuera bien y todos decimos: "es lo normal"... Lo normal sería que todos nos amáramos y que nadie hiciera mal al prójimo, pero esta sociedad se ha deshumanizado y el trato suele ser cruel e intolerante.
Como integrantes del género humano, estamos comprometidos a valorar a cualquier otro ser humano, pero como cristianos, nuestra responsabilidad no termina ahí, sino que les somos deudores y estamos obligados a amarlos.

  • ¿Si ya somos cristianos, por qué nos cuesta tanto amar verdaderamente al prójimo?
  • ¿Hasta cuando no vamos a entender que sin genuino amor al prójimo no es posible el cristianismo?
  • ¿Por qué le damos tantas vueltas, a quién es nuestro prójimo, si el principio y el término de la vida es simplemente amor?
Ya le explicó Jesús al doctor de la Ley, quién era su prójimo, con la parábola del Buen Samaritano, unos versículos después de la lectura del Evangelio de hoy: ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Todavía, 2000 años después, muchos nos seguimos haciendo la misma pregunta que el doctor de la Ley hizo al Maestro: ¿Quién es nuestro prójimo?, ¿El blanco, el negro, el amarillo, el cobrizo…? ¿El de una determinada escala social, el pobre, el de nuestra misma ciudad, nuestro familiar, nuestro amigo…? ¿El católico romano, el ortodoxo, el judío, el musulmán, el pecador, o solo los hermanos de nuestra iglesia…? ¿El de tal o cual denominación, si, el de tal o cual denominación, no?

Al igual que los judíos de la época, nuestra mente está muy esquematizada y llena de apartados sociales y de prejuicios. Y nuestra materia humana no deja hueco para la comprensión integral del mensaje de Cristo. No nos damos cuenta que la respuesta sigue siendo la misma: El que usa de misericordia. Ni más, ni menos, MISERICORDIA, con mayúsculas… ¿Con quién? Con el pobre, con el abatido, con el maltratado, con el anciano, pero también con el pobre de espíritu, con el no creyente, con el apartado, con el que peca…

El amor es tan poderoso, que, ¿quién sabe… si a través de nuestro amor, de nuestra misericordia, algunos puedan descubrir a Dios, y la vida que Él le tiene reservada?

Quizás no hemos terminado de entender el concepto “AMOR” en su forma integral. El ser humano sabe muy bien que es amarnos a nosotros mismos, pero no tanto el concepto prójimo, porque de entenderlos integralmente, este mundo ya sería totalmente cristiano.

Tendemos a confundir el amor con la amistad, afecto, simpatía, cariño, aprecio, compañerismo, relación, afinidad… que son similares, pero no son amor. Así también la palabra prójimo, o "próximo", tampoco nunca ha sido del todo entendida.

Veamos estos dos conceptos pero desde el punto de vista bíblico:

AMOR: Es una disposición del alma que nace de la inclinación por ayudar y asistir a los demás, es una disposición interna de desprenderse de algo propio en favor de otros; como hizo Dios mismo a través de Su Hijo por amor a nosotros. ¿Creemos esto?

1ª Juan 4:7/8 - Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

Según estos versículos, el amor tiene un origen divino y eso es lo que nos frena a manifestarlo.

Dice el versículo 19, que nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero, es decir, que nadie entenderá el concepto de “AMOR” con mayúsculas, si antes no conoce a Dios.

El amor es el máximo sentimiento; Pablo dice en 1ª de Corintios 13:8 que acabarán la ciencia y la profecía, cesarán las lenguas, pero el amor nunca dejará de ser.

Hermanos, el mundo no sabe estas cosas, confunde a menudo el amor con atracción, emoción, seducción, enamoramiento, celos, fiebre, excitación, sexualidad, pasión… emociones todas que no están conectadas con el amor, que es de Dios.

El que ama, compadece, disculpa, apoya, condesciende, perdona y olvida; en cambio el que no ama, vive enfadado, resentido, triste y amargado.

Hoy, como cristianos, conociendo al que nos amó primero y entendiendo Su Palabra, no hay excusa para confundir el amor con ningún otro sentimiento.

PRÓJIMO: Es cualquier individuo nacido en este planeta, hombre o mujer, sea incrédulo o creyente, pecador o librado. Y esto es así porque todos somos destinatarios de redención, a quien por causa de ser un semejante, creación de Dios, se nos está ordenado expresarle nuestro amor.

FORMA DE AMARLE: Dice el mandamiento: como a ti mismo. Dios nos conoce, sabe que nos amamos mucho a nosotros mismos y ordena que de la misma manera, amemos a todos los que nos rodean sin distinción. Y Dios nos ordena y manda: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La ley y cualquier otro mandamiento están sintetizados en ese precepto:

Romanos 13:9/10: Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

Además, debemos comprender que se nos manda el cumplimiento de “La Ley Real”

Santiago 2:8/9: Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.

Antes de entender el amor de Dios, éramos como aquel intérprete de la ley que le dijo al Señor: "¿Y quién es mi prójimo?". Hoy, ya no debemos de preguntar eso. Estamos comprometidos a mostrar a propios y extraños que amamos al prójimo, como dice en
Gálatas 6:10 – “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”

¿CÓMO? Dice en Romanos 15:2 – “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación”

No parece muy difícil; eso es amar, y una de las mejores formas de amar al prójimo es comunicarle la salvación, la redención que Jesucristo nos hizo: promover que el incrédulo o el pecador deje su vana manera de vivir y abrace la fe en Jesucristo.

Debemos identificar a nuestro prójimo, no solo en nuestros cercanos, de quiénes conocemos de su vida y necesidades. En la parábola del Buen Samaritano, Jesús no hizo mención alguna a que preguntara al que había sido robado y herido si era realmente un mendigo al que habían apaleado, o era un pecador, o él también era un ladrón… No, solo identificó una necesidad y usó de misericordia para con él.

  • ¿Quiénes somos nosotros para evaluar quien tiene derecho a recibir nuestro amor o misericordia?
  • ¿Dios hace acepción de personas?
No, Dios nos considera a “Todos” Su Creación, y por tanto nos da garantías por escrito, que entregó a su unigénito Hijo para la salvación de todo aquel que arrepentido de su anterior vida vuelva su mirada a Él. Y nosotros a través de ese mismo amor y misericordia, podemos y debemos imitarle.

Esa era la pregunta a nuestro Señor. La respuesta ya la conocemos: AMEMOS A NUESTRO PRÓJIMO, y tal como nos prometió, para recibir la vida eterna: haz esto, y vivirás”

Comentarios

  1. Realmente así es, si aplicáramos a lo que hacemos la pregunta. ¿Hay amor en esto? Seriamos más coherentes con las exhortaciones y la enseñanza de Cristo.

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  2. Sí, ese el Nuevo Mandamiento: "que os améis unos a otros COMO YO os he amado", pero el primero también hay que incluirlo: "Amarás a Dios SOBRE TODAS LAS COSAS..." Si no amamos a Dios, con todo lo que eso implica (que es, entre otras cosas, adorarlo y obedecerlo....con todo lo que ello implica también) no podremos JAMAS amar al prójimo, sino que será más bien una buena obra.
    Esther L. Tébar 7 de sept.

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  3. Dice el versículo 19 de 1ª de Juan, que nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero, es decir, que nadie entenderá el concepto de “AMOR” con mayúsculas, si antes no conoce a Dios.

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