Crisis, ¿qué crisis?

Muy a mi pesar confieso que hasta hace tres años, no podría haber imaginado, en ninguno de mis pensamientos más agoreros, que pudiéramos estar padeciendo la situación de crisis que estamos viviendo.

Cuando hablo de crisis, no hablo de la falta de dinero en circulación, no hablo de la negación financiera de prestar dinero, a ganancia, como es costumbre asumida, no hablo de errores políticos, ni siquiera hablo de las penurias en la que algunos o muchos estamos instalados. Esta mal llamada “crisis” financiera no es tal, o por lo menos no es la causante de los males actuales del también mal llamado primer mundo, en el que España se ha colado en los últimos veinte años. No y mil veces no.

La “crisis” financiera a la que se hace alusión continua en telediarios, en espacios divulgativos varios, en distintos rondos de opinión y políticos, en cafeterías y bares, incluso en nuestros propios hogares, es solo la superficie del problema que sufrimos. El deterioro al que nos ha llevado, o nos está aún llevando el problema financiero no es la “génesis” del problema.


Me contaban hace algún tiempo el siguiente chiste: Uno entra a un bar, y frente a la entrada encima del mostrador se leía en un cartel de un metro cuadrado: “PIDA LO QUE VAYA A TOMAR, LE ATENDEREMOS CON AGRADO Y SIMPATÍA, PERO QUEDA TERMINANTEMENTE PROHIBIDO HABLAR DE LA COSA”. Extrañado por el texto, el cliente pregunta: ¿Qué es eso de “LA COSA”? a lo que le responde el camarero: Pues, que si LA COSA está muy mala, que si LA COSA está fatal, que si LA COSA nos va a llevar a la ruina…

A nosotros, los “Rescatados por PRECIO” no nos deben distraer con aquellas cosas erróneas de la política, no nos deben encandilar con promesas del Paraíso, no nos pueden convencer que somos lo suficientemente dios, y por ello con capacidades, para arreglar cualquier situación que se nos plantee, no nos pueden apartar de la visión salvífica de nuestro Dios. El humanismo que nos inunda pretende engañarnos haciéndonos mirar en la dirección contraria; nos engolosina con alcanzar poderes que nunca poseeremos, porque no pertenecen a nuestra naturaleza, nos hace soñar con capacidades impropias del ser humano…

Esa es la verdadera “Crisis” La génesis que ha generado la situación actual es la transformación de los “valores morales” que nos enseñaron nuestros mayores. Aquella España, reserva espiritual de Europa, que preconizaba el Régimen que sufrimos el siglo pasado, ha sido mutilada y sustituida por ¿valores? que anulan definitivamente a Dios, y que animan al ser humano al crecimiento personal egoísta, a lograr una deidad propia inexistente a través de nuestro propio conocimiento, y un desaforado culto al “YO” que provoca que el resto de nuestros congéneres queden fuera de nuestro éxito personal.

Hemos… si, hemos, todos, incluidos nosotros los cristianos, con nuestros silencios, hemos, decía, creado una torre de babel, pretendiendo, no solo llegar a Dios, sino a destruirlo, para hacer un mundo por el hombre para el hombre, a la medida prediseñada del hombre. Hemos sido engañados por el oropel, pobres de nosotros, qué presentaremos como fruto al Creador, ¿nuestra connivencia con quien quiere destruirlo?

La crisis que estamos atravesando es una desgarradora falta de valores procedentes de las enseñanzas de nuestro Señor, o en su defecto una transformación a nuestra medida actual de los mismos, que ha provocado la preemiencia de la búsqueda del éxito personal y el culto al dios Mammón. Nos congregamos con las masas por afinidades, pero no por amor al prójimo.

Si logramos renovar en esta generación la voluntad de Cristo, la crisis financiera desaparecerá.

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