Desgastes
En la relación de las personas sucede como a las
herraduras de un caballo, cuanto más se cabalgue en el animal más desgaste habrá
en ellas; del mismo modo les pasa a los neumáticos de nuestro coche, cuantos más
kilómetros hagamos al año, más pronto tendremos que cambiarlos. Allí donde se
produzca la fricción, habrá más desgaste. Esto es algo bien comprobado por
todos. Y si aplicamos el símil a nosotros mismos, en cualquier tipo de relación,
sea parental, matrimonial, de amistad, laboral…, siempre podremos apreciar que
a lo largo de la relación existen “desgastes” (altibajos) que algún día
deberemos “reparar”, si pretendemos que la relación prosiga. Si decidimos no
reparar ese desgate, lo más probable que esa relación se vaya deteriorando
hasta desaparecer.
En la mayoría de las ocasiones (salvo que la “trastada”
haya sido ocasionada exclusivamente por uno de los implicados), las “reparaciones”
deben de efectuarse en ambos “talleres” poniendo ambas partes las herramientas
adecuadas para el arreglo del desgaste o avería.
Nuestro ego, en principio se niega a tal componenda,
aduciendo razones bien basadas y meditadas, al objeto que sea el “taller” del
otro implicado el que corra con todos los gastos de la reparación. Es en
ese momento (tengamos razón o no), en el que debemos acordarnos del sumo
Sacrificio que nuestro Señor realizó en la Cruz. Compró nuestro
pecado por un alto precio; Su Sangre, y aplicar Su ejemplo al arreglo inmediato
de la relación, que al fin y al cabo es lo verdaderamente importante.
Dejar una parte de nuestro ego en el camino, es
algo, que lejos de mermarnos, nos enriquece como personas, es un plus que
cualitativamente nos va apreciando. Y aunque en principio nos cueste
desligarnos de una parte de lo que somos, en cuanto a nuestra racionalidad, lo
supera el hecho de poder seguir relacionándonos con nuestros seres queridos,
con nuestros amigos, con nuestros compañeros, a la vez que añadimos un
testimonio personal de Aquel que dio Su vida por nuestra salvación, por otro
lado, obligación de todo el que se defina seguidor de Jesucristo.
Pido perdón por todos los desgastes que haya podido
ocasionar a lo largo de mi vida. Pondré las herramientas necesarias procedentes
de “mi taller” para cambiar las piezas necesarias que hagan resurgir las
relaciones deterioradas por el roce.
Sinceramente.
¡¡Pues... prepara pelas!!
ResponderEliminarPor otro lado, también el roce hace el cariño, y produce calor... lima asperezas y aristas para que las "cosas" encajen. Además... hay relaciones que mejor no retomarlas; no seamos ingenuos.
No me refiero a las relaciones que empiezan, donde todo encaja y todo es bonito. Me refiero a cuando todo lo bonito pasa y las situaciones empiezan a deteriorar relaciones. Por otro lado no todo conviene. Si esto es así pues se deja estar y ya esta. Pero si una relación interesa mantenerla hay que trabajaría. Digo yo.
ResponderEliminar¡¡¡Estás hecho toooodo un consejero!!!!
ResponderEliminarTu prima