2012 Un nuevo comienzo que el Señor nos regala

Lecturas de hoy


Predicación de José David Amado en la Iglesia de San Basilio de Sevilla el 18/12/2011  -  El domingo, 25 de diciembre, recordaremos como todos los años el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.


Los de mente científica y descreída, demandan pruebas materiales, dicen que para creer. Nos acusarán, como todos los años, que celebramos vanamente este día, porque realmente no se sabe a ciencia cierta en qué día del año nació el Salvador. Y es cierto, realmente no se sabe. En el siglo segundo, Clemente de Alejandría escribió que la fecha del nacimiento de Jesús era el 21 o el 22 de abril, otros más tarde decían que el 20 de mayo y en contra de estos, otros que la fecha más próxima sería a las de la Pascua Judía.


Pero sobre el siglo cuarto, la Iglesia occidental adoptó celebrar el nacimiento de Jesucristo y adjudicar la fecha que actualmente celebramos, el 25 de diciembre, al objeto de anular y negar la importancia de algunas fiestas paganas.


Sea como sea, creo que la verdadera importancia de ese día, sea cual fuere, radica en que los cristianos celebramos el comienzo del camino que nos lleva directamente a la Salvación, ni más, ni menos.


Solo unos días después del próximo día 25 se terminará el año 2011.


Muchos se reunirán con sus familias en forma de celebración, sin más pretensión que pasar una noche agradable, en compañía de sus seres queridos, comer, beber, incluso cantar villancicos, saludarse unos a otros, tirar cohetes y petardos, acostarse tarde…


Pero otros, aparte de hacer lo mismo que los anteriores, esa noche antes de acostarse a dormir, reflexionarán en privado o en compañía de sus seres queridos, esperando que el Señor los bendiga con otro día más, con otro año más de vida.


Y aunque no todos lo reconozcan así, mientras no se produzca la Segunda Venida, por obra y gracia de Dios, siempre existirá un nuevo comienzo; no existe la noche sin el día, no existe un año viejo sin un año nuevo.
Pero, ¿qué haremos nosotros en la víspera del año nuevo?



Como antes mencioné, muchos se reunirán en fiestas y celebraciones pasando por alto lo que Dios ha hecho en sus vidas. Quizá porque no creen, quizá porque no le dan importancia, quizá porque la costumbre no les guía a ello.

Pero otros reflexionarán en las bendiciones que Dios ha derramado sobre ellos durante el año que termina, y le darán gracias a Dios porque les ha permitido llegar donde están. No importa si somos más o menos felices, si somos más o menos ricos. Darán gracias solo por haber llegado a conocer un nuevo año.

En nuestro momento de reflexión, ¿en qué pensaremos? ¿Daremos gracias?

Como cristianos genuinos, debemos de dar gracias por todo lo recibido, por habernos permitido llegar aquí. Pero eso es por lo que Dios ha hecho. Pero después de dar gracias, debemos hacernos dos preguntas importantes, recordando el año que está a punto de concluir.

¿Hemos cumplido con Dios?, y ¿Hemos hecho su voluntad?

Tomemos el ejemplo de Abram. Creció en la ciudad de Ur. Esta ciudad era la más importante de los Caldeos. Era una ciudad que tenía un gran comercio con otras ciudades, y parece ser que bastante culta ya que también tenía una gran biblioteca; fue aquí donde Abram obtuvo su educación. Luego la familia decidió mudarse a Canaán, pero al llegar a Harán se detuvieron e hicieron morada en esa tierra. En la ciudad de Harán, Abram recibió su herencia, como era la costumbre en ese entonces, después de la muerte de su padre Taré.

Génesis 11:31-32 – Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán.

Es necesario que sepamos esto porque esta porción de la historia de Abram nos demuestra la condición de vida en la que se encontraba. Es necesario que observemos que Abram vivía con comodidad.

Abram no tenía necesidades físicas o materiales, acababa de recibir su herencia. Pero un gran cambio estaba cerca, Dios tenía otro propósito con su vida. Dios lo llamo a que dejara esa comodidad y la seguridad de que disfrutaba.

En los versículos que estamos usando en el día de hoy leemos: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Mirándome a mí mismo, estoy seguro que este mandato no le fue nada fácil de hacer, ya que Abram no era ningún muchacho cuando recibió este llamamiento de Dios. Era ya un anciano de setenta y cinco años y el viaje a Canaán no sería nada fácil.

Es necesario que tengamos en cuenta su avanzada edad, porque esto tenía que significar que Abram estaba muy acomodado a lo que tenia, y a las bendiciones que disfrutaba. Así que podemos decir con certeza que cuando más cómodo él estaba, Dios lo llamo a abandonarlo todo y a enfrentarse a una ardua tarea, lo llamo a comenzar de nuevo.

La pregunta que debemos hacernos ahora es: ¿espera Dios lo mismo de nosotros? La respuesta es SI.

Lo que Dios pidió de Abraham fue algo que seguramente lo dejo confundido. Después de todo, Dios le estaba pidiendo que abandonara las bendiciones que Él le había proporcionado. Pero no obstante, Abram confió en que Dios tenía algo mejor para él.

Preguntémonos nuevamente, ¿nos ha llamado Dios a dejar nuestra comodidad?
La respuesta a esta pregunta es, SI.

Pero desafortunadamente, no todos estamos dispuestos a dejar la comodidad, no todos estamos dispuestos a movernos de donde estamos.

Sucede con mucha frecuencia que nos acomodamos en el saber que somos salvos, y en el atender a la iglesia y recibir. El problema es que una vez que nos acomodamos en nuestra vida cristiana, una vez que nos acomodamos en la iglesia, dejamos de reconocer la oportunidad que Dios nos da para engrandecer Su reino.

En estos versículos de hoy leemos: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Abram recibió la promesa que él seria el inicio de la bendición para toda familia en esta tierra; él recibió la oportunidad de ser la diferencia en ese mundo de maldad; él recibió la oportunidad de obrar para engrandecer el reino de Dios.

Pero volvamos a preguntarnos, ¿nos ha dicho Dios lo mismo a nosotros? ¿Nos ha dado Dios esta misma oportunidad? Claro que SI.

Todos aquí estamos llamados a proclamar el evangelio a las naciones:
Mateo 28:19-20  Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;

Dios nos ha llamado a apartarnos de las cosas de este mundo:
Romanos 16:17-18 - Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.  

Dios nos ha llamado a vivir vidas en santidad:
1ª Pedro 1:15-16  También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

Dios está buscando a hombres y mujeres dispuestos a enfrentarse a la batalla sin temor. Hombres y mujeres dispuestos a hacer grandes cosas por Su Reino, buscando a hombres y mujeres dispuestos a entregar lo mejor de ellos, hombres y mujeres dispuestos a dejar la comodidad y confiar en Su Palabra.

No tenemos que ser perfectos. No tenemos que ser sabios. Solo tenemos que estar dispuestos a confiar en Su Palabra y dejarnos ser guiados. Solo tenemos que tener fe y confiar en Su palabra.

Pasaremos por situaciones difíciles, pasaremos por situaciones donde quizás no podamos entender el propósito de Dios, pero debemos reconocer que existe un propósito de Dios en todo.

Y continuamos leyendo: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.”

¡Abram obedeció a Dios! Nuestra fe y obediencia a Dios será recompensada tal como Dios recompenso a Abram, pero solo si nos mantenemos firmes. Aunque la situación o circunstancia no parezca tener sentido, aunque la situación o circunstancia esté un poco confusa, aunque el precio pueda ser muy costoso, tenemos que confiar en Dios en todo momento y estar dispuestos a movernos según Su Voluntad.

En muchas ocasiones el hacer la voluntad de Dios no es nada fácil, ¿verdad?

Hay ocasiones que escuchamos cuando Dios nos habla, pero se nos hace difícil obedecer.

Dios le habló a Abram y él le escuchó y le obedeció.

¿Nos podemos imaginar que hubiese pasado si Abram no hubiese obedecido?

Si esto hubiese pasado, no creo que ninguno de nosotros estaríamos aquí; de la descendencia de Abram nació nuestro Rey y Salvador.

Dios nos habla a nosotros de diferentes maneras. Nos habla a través de Su Palabra, a través de la fe, a través de nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Dios nos habla con mucha frecuencia, pero se nos hace difícil obedecerle, porque cuando recibimos Su mensaje, las tareas a cumplir no son nada fáciles.

Ciertamente este fue el caso de Abram, el cumplimiento no seria fácil, pero esto no lo detuvo; Abram seria un instrumento de Dios confiando completamente en Su palabra.

Hermanos, tal como Dios tenia un propósito con Abram, Él tiene un propósito en la vida de toda persona que se deja utilizar por Su Santo Espíritu.

Abram seria de bendición a muchos, y Dios desea que tú le seas de bendición a muchos.

Dios tenía un propósito en la vida de Abram, y Dios tiene un propósito en la vida de toda persona que se entrega a Cristo Jesús, como dice en:
Romanos 8:27-29: Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Puede ser que no lo alcancemos ver de inmediato, puede ser que no lo entendamos, pero Dios no comete errores cuando nos llama, Dios conoce nuestro potencial, Dios conoce nuestros corazones:
1ª Samuel 16:7: Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Dios llamó a Abram a hacer algo diferente para que sirviese de bendición. Dios llama a los verdaderos creyentes para que también sean de bendición. Recordemos que Dios nos llama a ser diferentes, pero nunca nos llama a pecar:
Juan 3:20-21: Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Como el pueblo de Dios tenemos que movernos hacia Su voluntad. Es tiempo de que nos demos cuenta que no podemos vivir fuera de la voluntad de Dios. No podemos ignorar lo que Él nos esta diciendo. Si no estamos atentos a Su voz, y le obedecemos, no alcanzaremos las bendiciones.

Para concluir
Estamos a punto de comenzar un nuevo año, pero Dios nos llama a no esperar, Dios nos llama a comenzar ahora. No podemos permitir que nada nos aleje de su propósito y de Su voluntad.


El Señor nos llama a ser diferentes, a escuchar Su voz, y a apartarnos del mundo. No será en vano que hagamos estas cosas, sino que tendremos nuestra recompensa:
Marcos 13:13: Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.


Dios nos habla en el día de hoy, Dios nos llama a escuchar Su voz y a ser obedientes a Su Palabra. Busquemos el propósito de Dios en todo momento, busquemos Su voluntad, busquemos Su rostro.


Recordemos que Él nos reconoce por lo que podemos ser y no por lo que pensamos que somos.


Estoy seguro que el mundo vio a Abram como un simple hombre, pero Dios lo vio como el padre de la fe.


En el primer libro de Samuel el mundo vio a David como a un niño, pero Dios lo vio como un rey.


El mundo vio a Juan el Bautista como un profeta, pero Dios le vio como el que prepararía el camino para el Señor.


El mundo vio a Pedro como un simple pescador, y además tartamudo, pero Dios le vio como uno de los principales discípulos.


Dios ha visto en cada uno de nosotros lo que podemos llegar a ser. Él sabe el potencial que existe en cada uno de nosotros y quiere que lo desarrollemos. No permitamos que las influencias de este mundo determinen nuestro futuro.


Es hora de ser obreros en el Reino, es hora de testificar de Su gloria y poder. No dejemos pasar nuevamente la oportunidad, sino tengamos en este nuevo año un nuevo comienzo.


No miremos atrás con añoranza de mejores tiempos. Como los que salieron de Sodoma y Gomorra, porque corremos el peligro de perecer en los recuerdos de glorias pasadas, que ya nada mueven.


Hagamos propósitos nuevos para el nuevo año que Dios no da, para dar nueva oportunidad al cumplimiento de las promesas de Dios.


¡Que el Señor nos bendiga en el Nuevo Comienzo que nos regala del 2012!


AMÉN.

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